Reflexões sobre a Questão do Regionalismo Comercial e suas Implicações para os Países em Desenvolvimento

Texto da apresentação feita em Pretória, República da África do Sul, em 20 de Junho de 2001, no Simpósio “Brazilian views on South-African Foreign Affairs” organizado pelo Institute for Global Dialogue and Department of Foreign Affairs.

La cuestión del regionalismo, así mismo del multilateralismo, comercial se trasladó de los gabinetes técnicos a las primeras páginas de los diarios y titulares en las radios y televisoras. Esto ocurrió, sin embargo, sólo después de afirmada la percepción, en la opinión pública, de que aquello que es negociado en los foros regionales y multilaterales afecta en desempeño económico nacional, el desarrollo social y las perspectivas de vida de todo ciudadano. Este es un fenómeno relativamente reciente en los países en desarrollo. La falta de mayor tradición en el área, perjudica a la sociedad en estos países por la dificultad del entendimiento del tema y de sus implicaciones estratégicas para el futuro de las naciones.

El tema de hoy permitirá el análisis histórico del desarrollo del regionalismo comercial; su concepción para las potencias hegemónicas; las implicaciones para los países en desarrollo y sus poblaciones; y algunas alternativas estratégicas.

Desde la creación del sistema multilateral de comercio, con la firma del Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT), en 1947, el regionalismo fue admitido como una excepción al principio de la cláusula de la nación más favorecida, uno de sus fundamentos, en el artículo 24. La regla era el multilateralismo y la práctica siguió la regla por muchos años, también debido a que siempre fue lo preferido por los Estados Unidos de América (EUA), y entonces líder del mundo capitalista, que se contraponía al bloque comunista en aquello que se convino en llamar “guerra fría”.

No obstante, durante el lanzamiento de la Ronda de Uruguay del GATT, en 1986, hubo, por primera vez, una confrontación entre los países desarrollados y los países en desarrollo1. Querían aquellos la inclusión en el sistema multilateral de las llamadas áreas nuevas, que comprendían servicios, inclusive financieros y telecomunicaciones; inversiones; y propiedad intelectual. A su vez, los países en desarrollo se opusieron a la iniciativa, en tanto no fuesen incluidos en el sistema multilateral de comercio las tradicionales áreas agrícola y textil, de gran importancia para ellos e, injustificadamente excluidas del GATT. Siguió a esto una áspera disputa que duró hasta 1991.

En el ínterin, frustrados por el bloqueo resultante del sistema consensual de decisiones, los EUA abandonaron su preferencia por el sistema multilateral y buscaron un acuerdo regional con sus socios más importantes, Canadá y México. Tanto uno como el otro ya tenían una gran concentración de comercio con su poderoso vecino, del orden del 72% de la pauta comercial global. Canadá ya tenía un acuerdo de libre comercio con los EUA.

A su vez, la Unión Europea (UE) no se quedó atrás y hasta diversos países en desarrollo persiguieron una agencia regional. Tanto los EUA como la UE buscaban en los acuerdos regionales las concesiones pendientes en el sistema multilateral, mas fáciles de ser extraídas en la confrontación directa con sus socios más débiles. Sin embargo, la motivación de los países en desarrollo fue diversa a la de los países hegemónicos, en aquello que buscaban el acceso negado por éstos a sus productos agrícolas y, hasta cierto punto, industriales. De este modo, fue firmado el Tratado de Asunción, en 1991, contemplando la creación del MERCOSUR, ocurrida en 1994, el mismo año de la firma del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA).

El hecho de que el NAFTA fue negociado por México por una administración notoriamente corrupta e incompetente, que se caracterizó, en palabras de C. Fred Bergsten, “por la aceptación virtual de todo lo que se le pidió, y por hacer todas las concesiones”, permitió a los EUA el formateado de un modelo idiosincrásico de acuerdo regional comercial altamente ventajoso, para su aplicación a otros países. La situación no pasó desapercibida a la UE, que también adoptó la misma figura, el cual tiene las siguientes características básicas:

AGENDA AFIRMATIVA:

a) creación del modelo del eje y de los rayos2, según el cual el intercambio industrial y de servicios, así como las inversiones de terceros, vienen del eje hacia los países rayos;
b) la apertura de los mercados de servicios de los países rayos;
c) reducción arancelaria en los países rayos;
d) formulación de reglas de origen de modo a favorecer ampliamente a los productos del bloque, particularmente a los del país eje;
e) flujo libre de monedas y garantía de convertibilidad de los estados rayos a los créditos públicos o particulares del eje;
f) imposición de criterios legislativos propios del cubo a los rayos en las más diversas áreas, pero preponderantemente en el área laboral, de seguridad social y Judicial;
g) desvío de la competencia del Poder Judicial de los países rayos, para resolver cuestiones comerciales, hacia el Aparato Judicial eje y hacia tribunales arbitrales; y
h) recojo precoz de lo que fuese posible.

AGENDA DEFENSIVA:

a) preservación de los subsidios agrícolas del eje;
b) mantenimiento de la legislación unilateral idiosincrásica, incluyendo la pertinente a las medidas anti-dumping;
c) preservación del régimen constitucional que coloca la legislación ordinaria por sobre los tratados internacionales, incluyendo los comerciales;
d) admisión a los países rayos sólo de acceso al suministro al país eje de productos baratos de consumo con bajo valor agregado; y
e) dilación de cualquier concesiones para el futuro lo más distante posible, preferentemente en el ámbito del sistema multilateral de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Tal modelo funcionó admirablemente bien, para los EUA, en el ámbito del NAFTA. Como resultado, las exportaciones norteamericanas hacia México crecieron 50% y la dependencia comercial de intercambio con los EUA aumentó de, aproximadamente, 72% para cerca de 90% en los años subsiguientes a la firma del NAFTA. Más aún, los EUA dominaron las principales áreas de los mercados de servicios, principalmente en el sector financiero, el más relevante del segmento, que fue totalmente desnacionalizado. Curiosamente, ya en 1995, Noah Chomsky previó tal acontecimiento y pronosticó que México perdería, como consecuencia, “la soberanía para formular planes económicos y promover un desarrollo independiente”3 En las otras áreas de servicio, México perdió la economía de escala debido a la falta de acceso de sus nacionales a los mercados de los EUA (y también del Canadá), sujetos a una infame y extremadamente reducida cuota de 5.000 personas por año. Consecuentemente, el sector nacional de servicios de alta especialización mexicano dejó de existir. Por ejemplo, México tiene apenas un millón y medio de usuarios de Internet, contra diez millones cuatrocientos mil usuarios en Brasil y de un millón en Argentina, que tiene un tercio de la población mexicana. Sus prestadores de servicios quedaron relegados a las tareas menores, como estilistas, cocineros, auxiliares de enfermería, choferes, etc.

La UE aprendió rápidamente las lecciones de los EUA, habiendo adoptado casi la totalidad de su agenda4 para la negociación de tratados comerciales regionales con países en desarrollo, que ahora alcanzó el impresionante número de 27 acuerdos diversos, inclusive uno con México5. Otros 15 tratados comerciales están actualmente siendo negociados por la UE. A su vez, los EUA tienen, por el momento, dos acuerdos regionales6 y perriguen un número grande de ellos, inclusive el “Área de Libre Comercio de las Américas” (FTAA), esfuerzos que están siendo perjudicados por la falta de autorización adecuada del poder legislativo al poder ejecutivo7.

Para países como Argentina y Brasil, el modelo consagrado por el NAFTA, que es la plataforma del ALCA, sería un gran desastre económico y social, que ciertamente tendría consecuencias políticas graves8. En primer lugar, el sector agrícola, en ambos países, sería destruido por los subsidios practicados por los EUA, en un valor de US$ 100 mil millones. Esto comprometería a los sectores del trigo, soya y azúcar, éste último responsable por cerca de 1.200.000 empleos rurales en Brasil y 300.000 en Argentina. Por consecuencia, los segmentos de reciclaje de proteína vegetal en animal, tanto granjero como porcino y bovino, serían dramáticamente afectados de forma adversa.

Más aún, los sectores de servicios de alta complejidad serían desnacionalizados, inclusive por la pérdida de economía de escala consecuente de la falta de acceso a los mercados de los EUA como consecuencia de las barreras horizontales de movimiento de prestadores de servicios. De este modo, los bancos comerciales serán extranjeros y los de inversiones serán ubicados en Nueva York. Las Bolsas de Valores y de Mercaderías regionales desaparecerán. Los abogados, auditores, contadores y consultores especializados en tareas de alta complejidad serán los extranjeros. Lo mismo ocurrirá con los servicios médicos y hospitalarios, de arquitectura, de ingeniería y de informática. El sector educacional sufrirá grandemente pues estará suministrando la educación mínima necesaria para el desempeño de tareas subalternas, como servir meriendas grasosas y refrescos gaseosos. De hecho, los sectores domésticos de servicios de los rayos serán condenados a la función de “depósitos de mano de obra no calificada”9. El sector de audiovisuales mostrará sólo productos americanos, confeccionados a un precio bajísimo por la escala, lo que eliminará la posibilidad de competencia. Las lenguas regionales se tornarán una suerte de dialecto americano.

En el área industrial, debido al hecho de que los aranceles sudamericanos son aún relativamente altos, la celebración de un acuerdo comercial regional con un poder hegemónico tiene la virtud de alienar al otro. Los productos manufacturados por el poder excluido perderán drásticamente su competitividad. En este caso, tanto para Brasil como para Argentina, entre los EUA y la UE, el principal socio económico es la UE. Más aún, aproximadamente el 60% de las inversiones extranjeras recibidas tanto en Argentina como en Brasil, vienen de la UE. En Brasil, el 82% de las inversiones extranjeras son hoy direccionadas al sector de servicios!

La diversidad entre los países tiende a ser ignorada. Padrones y valores subculturales serán impuestos a la legislación interna, a las relaciones sociales, a la vida académica y cultural, a la expresión artística y al funcionamiento de los Poderes Judiciales. Resultará en un agravamiento del fenómeno perverso de la globalización, magistralmente recordado por Ernesto Sábato: “La Humanidad está cayendo en una globalización que no tiende a unir culturas, sino a imponer sobre ellas el único patrón que les permita quedar dentro del sistema mundial”10. Habrá, por consiguiente, una gran derogación de la soberanía también en la formulación de política de desarrollo social y de afirmación individual. Como corolario natural, seguirá la transferencia total de la soberanía en la formulación de las políticas monetaria y económica.

Se acrecienta que Argentina y Brasil continuarán siendo víctimas del unilateralismo y del arbitrio practicado por los EUA mediante sus medidas idiosincrásicas, como en los casos del anti-dumping. Su derecho constitucional continuará colocando su ordenamiento jurídico interno por sobre sus obligaciones internacionales y la legislación de implementación de un eventual tratado subordinará su eficacia a las normas domésticas. Un tal acuerdo comercial valdrá contra los países rayos, pero no necesariamente contra el país eje.

Un ejemplo práctico interesante respecto de la cuestión de la jerarquía de las normas del derecho americano es lo relativo a la materia de los transportes rodoviários. El NAFTA aseguró a los transportadores rodoviários mexicanos el acceso al território de los EUA. Sin perjuicio de ello, barreras horizontales administrativas impuestas por este país impidieron su ocurrencia. En disconformidad, México solicitó la formación de un panel de arbitrage para dirimir la cuestión, habiendo recientemente prevalecido en su intento. Desconforme con la derrota, el Congresso Americano ayer aprobó una ley interna derogando los derechos mexicanos provenientes del NAFTA.

Pero, en este escenario dantesco, ¿no sería ampliamente compensado por el acceso al mercado de los EUA de los productos de consumo de bajo valor agregado, que requieren el empleo de mano de obra barata? – Absolutamente no! El modelo de importación de tales productos por los EUA ya está agotado y no se presta para la ampliación a gran escala. De hecho, los EUA ya tienen un déficit comercial de US$ 500 mil millones por año! ¿Hasta qué punto el consumidor americano tiene condiciones de engordar más o de comprar un mayor número de camisas y de calzados deportivos de los que ya adquiere? ¿Hasta que punto el sistema bancario norteamericano va a conseguir sustentar el crédito y endeudamiento financiero del consumidor, o cuanto más expandir el que ya es claramente excesivo? Recuérdese que los países del Asia ya exportan para los EUA cerca del 37% del Producto Interno Bruto (PBI) regional11 y buscan empeñosamente la formulación de estrategias alternativas, regionales e internacionales, por el agotamiento del presente modelo. Entre tales alternativas está la creación de una red de intercambio regional apoyada por US$ 100 mil millones de soporte monetario entre los miembros de la ASEAN más el Japón, China y Corea del Sur12.

A su vez, es dudosa, a mediano plazo, la continuidad de la propia hegemonía de la moneda norteamericana, la cual ha permitido, hace décadas, el sustento de déficits comerciales que son incompatibles con cualesquier criterios responsables de gestión macro económica. El fin de la guerra fría posibilitó la emergencia del Euro, que ofrece alternativas de moneda hegemónica. A su vez, los países asiáticos antes mencionados están en entendimientos para la creación de un área de libre comercio regional y un fondo monetario regional, que tendrá reservas monetarias de aproximadamente US$ 1 billón, las mayores del mundo y, ciertamente, mayores de aquellas de los EUA13. Con tales desdoblamientos, una guerra comercial14 internacional parece inminente y las confrontaciones que se desenvuelven en la OMC, tanto en el sistema de resolución de disputas, como en las negociaciones de formulación de agendas para las nuevas rondas de negociaciones, son ciertamente ominosos.

Para los países en desarrollo, las opciones estratégicas que se presentan en este momento son de gran complejidad, tanto por la naturaleza de la materia, como por el momento de gran evolución y poca claridad de los escenarios. Ciertamente, es difícil para tales países resistir a las presiones hegemónicas para un pacto regional comercial, así como para buscar alternativas propias, ya que los países en desarrollo se encuentran obnubilados en su capacidad de formulación de políticas estratégicas, por su gran dependencia de los centros del poder. Preferentemente, para evitar el escenario dantesco descrito anteriormente, los países en desarrollo deben evitar acuerdos comerciales con las potencias hegemónicas. Para tratar con las potencias hegemónicas, es mejor hacerlo en el ámbito multilateral de la OMC15.

Los acuerdos regionales de comercio deben ser firmados sólo con potencias no hegemónicas. Estos son los que traen las reales posibilidades de crecimiento y éxito! Desgraciadamente, está muy difundida la falacia de que los países en desarrollo no tienen condiciones de ofrecer mercados para las exportaciones de otros países en desarrollo16. No obstante, es otra la evaluación que de estos mercados hacen los países desarrollados, con fines de colocar sus propias exportaciones! El comercio exterior de China (Hong Kong incluido) es de US$ 715 mil millones y, si somado al de Japon (de US$ 716 mil millones) resulta en un volúmen próximo al comércio externo de los Estados Unidos (US$ 1,558 billón). Otros países en desarrollo tienen un comércio exterior importante: el de Corea del Sur, de US$ 279 mil millones; el de Taiwan, de US$ 228 mil millones; el de la India, de US$ 81 mil millones; de Malasia, de US$ 117 mil millones; el de Africa del Sur, de US$ 59 mil millones.

Si, con todo, desgraciadamente, no pudiesen dejar de celebrar acuerdos comerciales regionales con potencias hegemónicas, tales pactos deberán ser formulados con ambas partes, EUA y EU, e deben desmantelar los efectos nefastos de las agendas positivas y negativas. Concomitantemente, deben, los países en desarrollo, buscar las semejanzas de lo que hacen los asiáticos, desarrollar el sistema de intercambios regionales, con otros países no hegemónicos, creando un paraguas monetario para asegurar la viabilidad del sistema. Debe tenerse en cuenta, en las negociaciones comerciales internacionales, que para países como Brasil (el 3er país del mundo menos dependiente del comercio exterior) y la Argentina (el 5to país del mundo menos dependiente del comercio exterior), donde el comercio exterior representa apenas 7,3% y 8,6%, respectivamente, del PIB17, y que las concesiones realizadas dentro de los acuerdos hegemónicos destruyen la capacidad de los agentes nacionales de actuar en la economía domestica. Por otro lado, estando todos los países sometidos a la búsqueda de una sola moneda, el dólar americano, su potencial de crescimiento estará limitado a la capacidad de absorción, por los EUA, de sus exportaciones. Una idea sería que socios comerciales vía de desarrollo aceptaran un determinado volúmen de moneda de otros países en desarrollo para fines de cambios externos.

No se puede dejar de resaltar que los asiáticos están caminando hacia una versión similar de aquello que se procuró hacer con el MERCOSUR, escapando de la dependencia hegemónica, tanto comercial, cuanto monetaria. La iniciativa del ALCA, busca afirmar el modelo de la dependencia hegemónica. ¿Será que estarán equivocados Japón, China, Corea del Sur y sus demás socios regionales, todos con gran experiencia y éxito en el arduo embate del comercio internacional?

Señoras y Señores, Estimados Amigos, muy agradecido.