Publicado na Revista Eletrônica “La Onda Digital”, edição 503 – Uruguay, outubro de 2010.
La libre movilidad de personas es, junto con la libre circulación de mercaderías, uno de los pilares básicos de la UE (Unión Europea). Hay, en aquel bloque económico, cerca de 10 millones de gitanos, grupo étnico de origen indio, pero establecido en el continente europeo hace aproximadamente mil años. Recientemente, las poblaciones gitanas han sufrido severas violaciones e incluso la expulsión de territorios de ciertos países miembros.
El cercenamiento más reciente comenzó en Italia, donde el gobierno de extrema derecha, racista y grotesco de Silvio Berlusconi, promovió acciones violatorias de los derechos humanos y civiles de los gitanos, acabando con la deportación de amplios contingentes. En el mes de julio de 2010, el gobierno francés de Nicholas Sarkozy deportó cerca de 8.000 gitanos hacia Rumania y Bulgaria, ambos países miembros de la UE.
Las deportaciones mencionadas son apenas una más de las sistemáticas violaciones de los derechos humanos de los gitanos en la UE. Es de destacar que el pueblo gitano, o Roma, como también son conocidos, ocupa los escalones más bajos de la pirámide económica europea y se encuentra en la indigencia. Si el desempleo es masivo entre los gitanos, las condiciones de sus campamentos son pésimas.
Más grave aún, los niños gitanos – en realidad no tienen acceso al sistema educativo europeo, teniendo que recurrir frecuentemente a alternativas de educación especial para evitar el asedio sistemático y la odiosa discriminación. La falta de oportunidades de educación, por su parte, compromete el futuro de estos niños y los condena al desempleo, a la desesperanza y al abuso institucionalizado sistemático.
En el pasado, durante la pesadilla nazi, los gitanos europeos fueron exterminados en los infames campos de concentración, donde se calcula que perdieron la vida aproximadamente 500 mil personas de esta etnia, por orden directa de los más altos gobernantes alemanes.
Al permitir los abusos a los derechos civiles, así como de los derechos humanos de su enorme población de origen gitano, la UE falla en sus propósitos más fundamentales de promover la integración de sus poblaciones, de la misma forma que su progreso económico y desarrollo social.
Esta falla es tanto más grave si tenemos en cuenta que el bloque económico europeo es el más próspero del mundo y, de esta forma, está en plenas condiciones de promover acciones afirmativas que tengan por objeto sanar los graves problemas que afectan a la comunidad gitana. De Brasil, por ejemplo, los europeos podrían utilizar – con gran provecho – ideas muy exitosas como los programas Bolsa Familia y Mi Casa Mi Vida, del gobierno Lula.
Del mismo modo, no se puede permitir que acciones políticas tan disparatadas como ilegales, como estas de los gobiernos Berlusconi y Sarkozy, puedan prosperar impunemente. Si las medidas de deportación de la población civil se hubieran producido en cualquier otro lugar del mundo, sin duda, los políticos y diplomáticos europeos, así como la opinión legal de la UE, serían los primeros en condenarlas vehementemente.
Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte