El imperio quebrado, con mil bases en el exterior

Published in the Eletronic Magazine “La Onda Digital”, number 542, September 2011, Uruguay.

Al mismo tiempo en que su deuda alcanzó una suma equivalente al Producto Bruto Interno (PBI), de U$S 14 trillones, los Estados Unidos de América (EE.UU.) mantienen nada menos que mil bases militares en el exterior, incluyendo 268 en Alemania y 124 en Japón, luego de 66 años de finalizada la 2ª Guerra Mundial. Otros países receptores de la infame y devastadora presencia americana son Cuba, Paraguay, Colombia, Irak (más de 100), Afganistán (cerca de 80), Corea del Sur, Australia, Egipto, Bahrein, Grecia y Rumania, entre cerca de 70 Estados.

El costo militar de los EE.UU. para el año 2010 fue de alrededor de U$S 800 mil millones, sumados a gastos extraordinarios en el presupuesto de aquel mismo año por parte del presidente Barack Obama, por un valor de U$S 1 trillón, ¡lo que hace un total de aproximadamente el 13% del PBI del país!

Los gastos militares de los EE.UU. representaron cerca del 45% de los gastos globales en 2010. Sus aliados despendieron aproximadamente del 28% de los aportes en defensa el mismo año. De esta manera, los EE.UU. y aliados, que en general son Estados clientes, hoy igualmente en situación de insolvencia, representaron el 73% de los gastos militares globales en 2010.

A fines de 2008, los EE.UU. mantenían aproximadamente 550 mil soldados en el exterior, sin contar los servicios de los mercenarios utilizados en algunos países como en Irak. Esta cifra es un 10% superior a la de 1985, en el auge de la llamada Guerra Fría, lo que demuestra que el complejo industrial militar americano encontró justificaciones para mantener e, incluso, expandir el poderío bélico del país, a pesar de la distensión del marco político internacional.

Actualmente, la organización del comando de las fuerzas armadas de los EE.UU. contempla el Comando del Pacífico (PACOM), que es utilizado para amenazar a China; el Comando de Europa (EUCOM), que está estructurado para amenazar a Rusia y a África; el Comando Central (CENTCOM), que se usa para amenazar e intervenir en el Oriente Medio; el Comando del Sur (SOUTHCOM), creado en julio de 2008 inmediatamente después del anuncio de los grandes descubrimientos del pre-sal en Brasil, para amenazarnos en Brasil así como a los pueblos pacíficos de América del Sur y Central.

El historiador inglés, Paul Kennedy, en el libro “The Rise and Fall of the Great Powers”, escrito en 1986, afirmó que el gran test de la longevidad del poderío hegemónico en el mundo sería en el futuro igualmente aplicable a los EE.UU. Este test consiste en saber, por un lado, si el país en cuestión consigue mantener un equilibrio razonable entre sus necesidades percibidas y los medios de que dispone para costearlas. Por otro lado, el test está relacionado con la capacidad de preservación de las bases tecnológicas y económicas de su poderío.

Queda claro que en 2011, los EE.UU. no consiguen pasar por las dos preguntas del examen. De hecho, con la capacidad de endeudamiento agotada y obligado a emitir moneda para comprar los títulos de su propia emisión, los EE.UU. hoy dependen financieramente de países como China, Brasil y Rusia, y no de sus aliados. ¿Hasta cuándo dichos países aceptarán financiar el sostenimiento de un complejo militar que los amenaza?

Al comentar la caída del imperio romano, el gran Edward Gibbon, en su clásico “The decline and Fall of the Roman Empire” observó, en una traducción de este articulista, que “la decadencia de Roma fue el efecto inevitable de grandiosidad inmoderada. La prosperidad maduró el principio de la decadencia; las causas de la destrucción se multiplicaron por la extensión de la conquista; y en cuanto el tiempo o los accidentes eliminaron las bases artificiales, la estupenda estructura cedió bajo su propio peso”.

Las observaciones de Gibbon se ajustan como un guante a la situación en la que se encuentran los EE.UU. actualmente.